Me encanta la manera en como la vida te demuestra que ahí no es, pero no lo hace con un discursito del palo: esto no lo mereces porque te lo digo yo!

Sino que te lo demuestra, mediante hechos y alguna que otra hostia también, y eso, es mil veces más efectivo, porque cuando te metes la super caída del millón, es cuando uno reacciona y se quita la venda de los ojos, y ahí es cuando realmente empieza a relucir toda esa basura que tus ojos no veían o simplemente no querían ver, dejas de maquillar todo aquello y comienzas a ser consciente de lo que supone cada una de esas acciones o hechos. 

Y sí, duele, puede doler mucho, muchísimo, pero en esta vida hemos venido a sufrir, a parte de disfrutar de muchas ocasiones, lo que esos momentos se hacen realmente cortos, tan diminutos que en nuestra mente, se guardan en un simple cajoncito. Sin embargo, lo malo, se hace eterno, tan y tan largo, que para guardarlo, se necesita el remolque de un camión. 

Y una vez, llegas a ese nivel, es cuando suceden dos cosas, la primera es aceptarlo o no, y la segunda es aprender o no. Si eres de los cabezones, probablemente no lo aceptes y sigas cometiendo el mismo error o si ya has escarmentado varias veces, pues al final no tienes más remedio que aprender la lección. 

En este momento, tu mente llega agotada, quemada, cansada y sin paciencia, en el que cualquier persona que te haga "daño" puede sufrir consecuencias que nunca antes hubieras pensado que ocurriría, y bueno, para bien o para mal, esta es tu nueva versión, le llaman versión mejorada, pero me gusta más decirle experiencia.

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